La paradoja de Abilene
En una calurosa tarde, un matrimonio y su suegra están jugando al dominó a la sombra. El suegro propone hacer un viaje a Abilene (un caluroso viaje de más de 80km). La mujer acepta «¡Gran idea!». El marido dice «A mi me parece bien, espero que a tu madre también». «Por supuesto», responde.
Tras realizar el viaje, con más horas de lo previsto, malhumorados y agotados, la suegra dice «Menudo viaje. Hubiera preferido quedarme en casa, pero acepté porque estaban muy ilusionados». El marido reconoce que vino sólo para satisfacer al resto ya que pensó que estarían aburridos, mientras que la mujer sostiene que aceptó para no estropear el plan de los demás.
Finalmente, quedan perplejos. Decidieron en común hacer un viaje que ninguno de ellos quería hacer.
La paradoja de Abilene es una situación estudiada en el campo de la sociología en la que un grupo de personas realizan una acción que no quieren realizar (individualmente) porque ningún miembro está dispuesto a objetar algo o negarse. Es algo conocido que en la convivencia social, una gran mayoría de nosotros estamos predispuestos a seguir las ideas y corrientes predominantes en el resto del grupo, incluso aunque en realidad no estemos de acuerdo con ellas.
En el mundo de los negocios, la paradoja de Abilene es ampliamente estudiada para entender como muchos directorios de empresas suelen aprobar, de forma colectiva, decisiones terribles que los pueden llevar al fracaso.
La paradoja de Abilene es, hasta hoy, un ejemplo fascinante de cómo nos comportamos en grupos, y es tan fascinante porque, probablemente, todos la hemos pasado alguna vez por una situación como estas.
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